Se trata de una biografía política que bucea en la tradición del pensamiento liberal originario del país naciente y también un rompecabezas que intenta colocar una a una las piezas en el eterno mapa de las contradicciones argentinas.
Taciturno y pasional, el Mariano Moreno redescubierto por el periodista y filósofo Miguel Wiñazki depara más de una sorpresa. Moreno es quien urde, como si fuera un agente inglés, la fuga del invasor Beresford bajo la mirada atenta de quien, apenas arranquen los días de Mayo, se convertirá en el principal contrarrevolucionario: Santiago de Liniers, un “testigo en peligro” desde entonces. Moreno es quien comprende que el pacto colonial español, basado en la servidumbre y la esclavitud indígena, era ya un modelo económico que se agotaba sin remedio; y es también quien convierte la protesta de Mayo en una revolución imparable.
Mariano Moreno es quien fundó la hegemonía portuaria en desmedro del interior; quien fusiló sin dudar a Liniers porque “la Revolución lo exigía”; quien enfrentó con furia desmedida cualquier atisbo conservador que se le presentara en el camino. Y que pagó su fogosa entrega con una muerte temprana y dramática.
El brutal contraluz personal y político de Mariano Moreno convirtió al atormentado secretario de la Primera Junta en prócer y paradigma de la izquierda y la derecha al mismo tiempo.
¿Cómo pudieron concurrir en una sola persona la brillante esperanza de la independencia nacional con la melancolía de no ser súbdito de Inglaterra, la corona más imperialista del siglo XIX?
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